Van tres niños.
El primero va soplando canciones de amargura y pueblo. Con su armónica encabeza la intempestiva marcha de los Tres que agitan las sombras. Va saltando y soplando, quebrando el silencio de esa noche de Enero. Su armónica suelta notas de celebración pagana y sacra protesta. Sus pies lo llevan al frente, pero él no busca el orden de los que fuerzan.
El segundo marca el ritmo a paso de ganso. Es y se sabe duro. Con una mueca de tristeza serena, llena de una parsimonia que turba (como viejo en un velorio) avanza destrozando lo que cae en sus manos o pies. Pam! Cae la polilla. Pam!Pam! Caen una araña y su tela. Sigue buscando su pasado y sino lo tiene se lo inventa, y si lo inventa lo juega hasta el final (hasta el baño).
Último va el menor. Va soltando un llanto de carcajadas sin tetas y lágrimas de busto generoso. Sigue, solo y bobo, a sus hermanos, y trata de evitarlos, y quiere ser como ellos. Pero solo juega a ser ellos. Le espera un futuro de hipocresía y prostitución del alma, futuro del que solo Ella podrá arrancarlo.
Van los 3. Simulan la inocencia del que todavía entiende, y la virtud de los que no les interesa.
Nada es verdad a esta hora, excepto ellos y Ella.
Su madre no los acompaña pero los guía de la mano.
miércoles, 23 de julio de 2008
Van tres niños
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1 comentario:
algo para decir?
sí.
im-pre-sio-nan-te.
así, casi balbuceando.
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